La vida dels altres

Crítica de Julià Guillamón a LA VANGUARDIA

Maig de 2000


Desde que se ha separado, Vicenç ve la vida de los otros. La ve con una claridad imposible, como si la ciudad se hubiera vuelto transparente y las casas de cristal ya no protegiesen a sus vecinos. Ve al tipo que vuelve a casa en BMW sonriéndose después de pasar la noche con una chica, a la pareja que está recogiendo platos y copas de la cena con los amigos y se preguntan "¿ha ido bien?", a los pijos que en el ático lujoso planean orgías que nunca llevarán a cabo. En este fantástico caleidoscopio la vida se manifiesta tal como es. Pero al mismo tiempo, da la impresión de que Vicenç está proyectando sus deseos y sus miedos (hay una abundancia de imágenes sexuales, premoniciones de accidentes y visiones escatológicas). Lo que hace atractivas estas visiones -al margen de la historia de la separación- es que a través de ellas se describe el fenómeno de la ciudad posmoderna, la ciudad como delirio, sometida a una constante excitación escópica.

¿Cómo sobrevivir en este laberinto de imágenes?, ¿manteniéndose al margen, como el guarda jurado que controla la entrada del aparcamiento en el monitor?, ¿dejándose llevar por la historia, identificándose con el marido engañado, con la mujer maltratada, con el niño al que han machacado la mano? ¿Mantenerse pasivo y al margen o bien proyectarse y tomar partido? En sus momentos de depresión, Vicenç contempla el mundo desde fuera, se ve a sí mismo como un excluido, como uno de esos indigentes que no pueden escoger su destino. Otras veces es como los ricos, angustiados ante la perspectiva de errar sus elecciones, de equivocarse de pareja y de itine-rario vital. Vicenç se encuentra en una disyuntiva, en una entre-imagen.

¿Y no se encuentra la ciudad en una situación parecida? Más joven y enamorado, Vicenç se paseaba por el Poblenou y por el inmeso solar junto a la plaza de las Glòries, le enseñaba a su novia las fábricas y los descampados. En aquella ciudad inacabada de los ochenta fueron felices. Pero aquel paisaje ya no existe y en su lugar han surgido nuevas calles y avenidas en las que no se reconoce. La ciudad nueva ¿surgirá en otros suburbios y descampados, lejos de la planificación, o en esas calles y paseos de la Barcelona postolímpica que otros menos escrupulosos acabarán incorporando a su imaginario personal? A través de la extraña aventura de su personaje,David Cirici propone una tercera vía. Una ciudad desmaterializada, orgánica, hecha de historias personales, caras, gestos y situaciones. Una ciudad de la gente.

Desde el punto de vista de la reflexión sobre la ciudad, "La vida dels altres" es una novela interesantísima. Aunque no escapa a ciertos desequilibrios: el hilo conductor es quizás demasiado leve incluso tratándose de una novela caleidoscópica, las percepciones por lo general muy agudas y sugerentes no están seleccionadas, se acumulan sin orden, lo que provoca caídas de tensión y de ritmo en párrafos que empiezan de forma prometedora. Como contrapartida hay algunos ambientes descritos de maravilla (el gimnasio, la consulta del dentista, el lavabo del bar del triángulo golfo), los personajes hablan con acentos personales y sus maneras de decir resultan creíbles, incluso cuando chapurrean el catalán. Los anteriores libros de Cirici se situaban en tierra de nadie entre la fábula moral y la literatura juvenil. A partir de ahora habrá que tenerle en cuenta.

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